Como en
antiguas lunas lucía
negro traje
apretado sobre su cuerpo.
Suave
guante ajustado a las curvas
de su
cintura y a la lujuria de sus pechos.
Mi
memoria trae el recuerdo de otras
noches íntimas
e inolvidables.
Noches
por siempre en la historia
plural y
celeste de su corazón.
Fueron
otros momentos y otras
circunstancias
del alma y el Amor.
Fueron horas
dando vitalidad a nuestras
existencias
marcadas por el hastío
y la
cotidianidad que nos ahogaba
en el
indetenible discurrir del tiempo
y de la
vida, marcada por rotaciones
de amores
y ocasos, desvelos y derrotas.
Esta vez
la ofrenda no fue delirante
y profunda
de otras veces. Sólo nos
dejamos
llevar por un río de emoción
hacia el
encuentro de nuestro centro.
Esa fue
una noche sin pasado y sin
gloria, humilde
como el sagrado Cáliz,
en espera
de sus gotas doradas;
pero mágica,
como la luna, la luz y tú…
05/03/2014