Fue
uno de esos días en que nada salió bien. En la noche dormí mal y el insomnio había
hecho estragos en mi cuerpo, me levanté como si arrastrara unas cadenas y me
sentí como Gregorio Samsa, convertido en un indescriptible insecto después de
una noche atroz. En la mañana, durante la afeitada, me hice un corte cerca del
labio inferior, una agresión a mi self, diría Freud. Antes de salir al
trabajo, la concentración fue fatal: se desparramó el té, el desayuno estuvo
indigerible y lo tiré al cesto de la basura; cuando alisaba una camisa me
extravié en mi pensamiento, el pago de este descuido fue quemar la manga de la
camisa que alisaba, tuve que arreglar otra. No hay un descuido en la vida que
no se pague y con intereses durísimos. En el trayecto hacia la ciudad casi choqué
contra una defensa de la vía por evitar una colisión con otro auto. En la
oficina no pude elaborar un informe sobre África, ni presentar un cuadro estadístico
que me pidieron con irracional urgencia; asistí a una reunión, mi mente vagó en
torno a Ella por días, noches y horas llenos de enigmas. No logré articular una
pregunta o un comentario sobre el tema que se trataba. Durante el almuerzo
probé la sopa y la sentí amarga; el resto de la comida me pareció intragable, aun
sin probarla, alejé el plato de mi vista con náuseas. ¿Me creerá el lector si
le digo que esto se ha vuelto una constante que altera mi ser ahí en el universo… El recuerdo de Ella, cuyos ojos mentirosos
y labios traicioneros, que idolatré con locura (¿o sigo idolatrando?), estaba haciendo
estragos en mis nervios, en mis sentidos y en mi mundo interior, lo sabía y me
sentía como un autómata incapaz de seguir el ritmo que impone el diario vivir.
Me provocaba acostarme, cerrar los ojos y dejarme llevar por mi dolor hacia los
misterios de mi noche más doliente y quedarme allí para siempre; pero mi ánimo,
curtido en otros momentos difíciles de mi existencia, me empujaba hacia las
vertiginosas ondas de la cotidianidad para seguir con la vida, aunque esto no evitaba
que mis lágrimas salieran por voluntad propia cuando me levantaba en la mañana,
en mi soledad durante el día y en las duras horas nocturnas de mi naufragio
emocional. ¿Dónde estaba su Ángel de la Guarda que permitió ese desastre, salvajemente
inmerecido, de emociones y sentimientos? Imagino sus pechos que fueron mi
adoración, mis consentidos, que ya no sentirán mis manos ansiosas y amorosas, una
lluvia de ceniza triste las envuelven ahora en mi memoria; su Monte de Venus, privado
de mi lengua y mi ternura; un ave de paraíso habrá realizado su vuelo ciego hacia
otro hombro, sin la magia de la poesía que yo le daba; el Abril más bello del
planeta, ahora devastado; de nuevo los falsos profetas recorriendo las praderas
de su cuerpo donde sembré mis sueños. Sí, su adorado cuerpo que convertí en
altar sagrado de mis ofrendas, en símbolo y motivo de mi escritura. Si las
almas sangran, la mía estaba supurando por su herida. Por la tarde, al salir de
la oficina, caminé sin rumbo fijo, indiferente a la gente y al paisaje urbano. En
mi mente se formó, una y otra vez, la misma pregunta ¿por qué? Punzante como un cuchillo, alucinante como un grito en la
mitad de mi noche más humana de hombre abandonado. El azar (el destino o D-ios,
¿no es lo mismo?) me llevaron hacia una tasca en la Candelaria, en cuyo lugar
solían coincidir algunos poetas, novelistas, pintores, filósofos y
funambulescos fracasados. Entré, ya el local no era el mismo de antes, había
pocos clientes y su decorado era distinto a la de hace unos diez años atrás. Un hombre sentado en la barra
miraba con intensidad su vaso que tenía frente a él, en una de las esquinas
estaba una mujer delgada, de mediana estatura, pelo oscuro y corto, ojos
grandes. No percibí bien su boca. Tenía los movimientos
de las personas ebrias o drogadas. Un temblor recorrió mi espalda. Mi mente se
negaba a detenerse en los rostros de otras mujeres porque Ella la dominaba toda
y reinaba dentro de mí de manera absoluta. Fui a la barra. Encima de una
vitrina todavía estaba la frase de Plinio el Viejo, que Ludovico Silva había
hecho colocar allí valiéndose de su amistad con el dueño del lugar. Leí la
frase en voz alta:
“In vino verita”
El
hombre sentado en la barra dijo:
“La
ginebra no es dulce como los labios de mi amada, pero sí más sincera”
Sonreí
algo sorprendido y sin pensar le extendí mi mano derecha, él ignoró mi gesto de
presentación, sólo se limitó a decir:
“Khyd
Tirandello.”
Tomé
asiento a su lado y pedí una ginebra con agua quina y limón. El señor
Tirandello era delgado, no muy alto, su piel de una blancura algo irreal, pensé
que este hombre había estado sometido a una dieta rigurosa por su delgadez o
era víctima de una pasión no correspondida como Madame Bovary. Sus delicados
lentes de montura dorada y cristales redondos, sus manos finas de largos dedos
y una mancha de tinta azul en una de sus uñas, me hicieron deducir que era un
hombre acostumbrado al trabajo intelectual. Su mirada me hizo pensar que
en su mundo interior algo no andaba bien. No sé por qué tuve la sensación de
que lo conocía de alguna parte, o me hacía recordar a alguien. Cuando me tomé el
primer trago, saqué mi libreta de notas. Mis anotaciones más recientes eran
desde la última vez que estuvimos juntos en un lugar que yo imaginé era una
habitación del palacio de Sintra. Imágenes para el poema que nunca escribiré,
murmuré con tristeza. Todo encuentro con Ella estaba envuelto en un velo poético. Pensé
que me había enamorado como sólo los hombres inteligentes sabían hacerlo, de
forma sublime y estúpida. Íntimamente me reproché este pensamiento. Mi amor
había sido noble, desinteresado y … aún la amaba con la fuerza y el hambre de cien
tigres de bengala. De nuevo miré al señor Tirandello que seguía con su mirada
absorta en la santidad de su ginebra. Un vago pensamiento me hizo recordar a
Pessoa. De repente caí en cuenta, sí, sí… el señor Tirandello me hacía recordar a mi admirado poeta
portugués. Después de un segundo trago, me aventuré y le dije:
“¿Esa
frase que usted expresó hace un momento es de algún autor..?
Khyd
Tirandello me miró como si yo fuera un impertinente, una sonrisa de amargura se dibujó
en sus labios.
“Sí...
mía.”
Sacó
de uno de los bolsillos interiores de su traje una pequeña libreta color azul, la
abrió al azar y leyó:
“El
temor y la esperanza son las tormentos de mi alma. La primera se origina en la
duda; la segunda, en besos de su boca seductora.”
Esas
palabras reflejaban parte de mi drama personal, me dio escalofrío pensar que
Tirandello vivía dentro de mí, como un testigo de mi amor y que la dicha y las
angustias que experimenté con Ella motivaron sus palabras de desesperación y desconfianza.
Lo observé con detenimiento, era un ser
extraño, y no sé por qué me dio la sensación de que iba a conocer poco de su
verdadero yo. Lo percibí etéreo, fantasmal, quizás por el ambiente tenue de la
tasca. ¿Y si no fura más que una proyección de mi mente turbada por el
descalabro sentimental de estos últimos meses? Apuré mi trago y pedí otro. Miré
hacia donde estaba la dama que vi cuando llegué. La luz cruel de una lámpara le
alumbró el rostro. Su boca estaba invadida por un herpe sediento de sus labios,
probablemente hechiceros en otro tiempo. Cuando vemos ese tipo de lesión en
mujeres que han tenido una vida disoluta, se tiende a pensar que esa cosa tiene su origen en el sexo sin amor, a pesar de no ser cierta esta premisa. Sentí misericordia por aquella
mujer. Giré mi cabeza hacia el señor Tirandello, ya no estaba a mi lado, sólo
vi su vaso de ginebra intacto y la libreta junto a este. Sin pensarlo la
tomé, pero no me atreví a abrirla al momento. Caminé con cierta rapidez hacia
la salida del local para ver si lo encontraba. Nada, se había esfumado como un
espectro. Dudé si quedarme con la libreta o dejársela al empleado de la
barra. Decidí quedármela. Desde entonces la tengo. He visitado la tasca en
varias oportunidades, en diferentes días de la semana, con la idea de
encontrarme al señor Khyd Tirandello y devolverle sus anotaciones. Después de
leer sus reflexiones muchas veces, hoy me tomo la ligereza de publicar sus
primeras páginas.
“Amo,
luego existo. ¿Quién soy? Un ser enamorado, un amor.”
***
“Cada
estrella que mires en el cielo es un beso mío que no ha llegado a tus labios.”
***
“Cuando
hay amor de verdad, los amantes luchan por su tiempo y por su espacio de estar
juntos. Se convierten en fieras para defender esa circunstancia de ser y estar
en la vida.”
***
“Los
amantes podrán estar rendidos de fatiga, pero sólo imaginar la presencia y el
goce con su amor, los llena de una energía divina capaz de soportar los
trabajos más duros de su cotidianidad.”
***
“Los
amantes, en la cúspide de su intimidad, se vuelven hacia sí mismos y tienen
conciencia de su ardiente paradoja de ser uno siendo dos.”
***
“En
el amor es fundamental saber, comprender y aceptar las percepciones, tanto del
uno como del otro, pues no es igual una mirada de afuera que una de adentro.”
***
“Lo
importante en el amor es que los amantes se busquen, se encuentren, se
entreguen y, sobre todo, que sean sinceros y se tengan fe, lo demás es
existencia circunstancial de modo, tiempo o lugar.”
***
“La
relación amorosa no puede fundamentarse solo en la apariencia, en la
superficie. Hay que ir al fondo con la pregunta fundamental de la vida: ¿por
qué?”
***
“A
simple vista, el amor puede ser engañoso; por eso, en la intimidad, uno de los
aspectos importantes es hablar, hablar y hablar, hasta que no quede un
resquicio en el alma donde se pueda incubar una duda.”
***
“Si
nosotros le quitamos espontaneidad al corazón, es como si le cortáramos las
alas a Cupido. El amor quedaría a merced de la razón y, entonces, ese pájaro
humano caería al suelo agonizando entre espasmos.”
***
“Dos
lágrimas en la amada, por un equívoco, puede desatar una tormenta de amor y
odio. Sólo la verdad y el contacto físico-espiritual pueden hacernos comprender
esa contradicción de la mujer.”
***
“Le
dije a tu corazón: háblame de amor… y tu corazón llevó mis manos a tus pechos.”
***
“El
amor es un sentimiento en movimiento constante. Cuando se inmoviliza se
marchita y cambia de lugar.”
***
El
amor tiene inclinaciones a nombrar por primera vez, inventar nombres y soñar
con nuevos escenarios para vivir su ficción con intensidad. Pero sólo un poeta puede
comprender esto.”
***
“Un
amor es verdadero cuando tiene sustancia, es decir, palabra y presencia,
permanencia y continuidad.”
***
“El
amor siempre pertenece al mundo del otro y viceversa. Son mundos que se cruzan.
En él no se realiza la semántica del verbo tener. En este sentido, es
conocimiento, crecimiento personal y libertad.”
***
“¿Qué
importancia tiene perder un amor, si en la juventud perdimos el futuro?”
***
“Hay
personas que en su juventud construyeron su infierno. En el meridiano de sus
vidas se dan cuenta de ello, pero son incapaces de luchar por una flor en el
cielo. ¿Por qué?”
***
“Cuando
en el corazón hay un infierno, el amor no está allí; sólo hay sentidos y
emociones desolados y fríos.”
***
“Cuando
no hay amor, el alma se alimenta de pesadillas y tormentos.”
***
“Un
hombre puede ayudar a una mujer en el desarrollo de su pensamiento y carácter al
inicio de su juventud. Pero un hombre no podrá cambiarla en su madurez.”
***
“Aquél
que intente transmutar el pensamiento y el carácter de su amante, hará trabajos
de amor perdido, aun cuando entre ellos haya mucho amor.”
***
“La
emoción es el punto de encuentro de los sentidos en algún lugar del alma.”
***
“Antes
que la soledad y la paz, prefiero un amor intenso, atormentado, donde yo me vea
ardiendo glorioso en las llamas de mi pasión y mi pena. Sentirme vivo, esa es
la diferencia.”
***
“A
veces el corazón miente y la palabra falsea la realidad.”
***
“Los
besos pueden ser un espejismo del amor. Sólo la poesía puede revelarnos la
verdadera esencia de la vida.”
***
“Muchas veces son ellas las que no aman, sino
ciertos estados de su ánimo que las llevan a encontrarse consigo misma… y creen
que están amando.”
***
“Los
pequeños fracasos emocionales de la
mujeres con varios hombres a lo largo de su historia personal, van destruyendo
su autoestima y valoración como mujer.”
***
“No
ser amado por la mujer que amamos es doloroso. El recuerdo de horas felices a
su lado, a pesar de no ser correspondido, es uno de los tormentos más horrible
que un amante puede experimentar.”
***
“Un
hombre sabe cuándo una mujer deja de amarlo. Lo siente en el aire, en el tono de
las palabras, en los detalles de la cotidianidad. Una nube de indiferencia la
aísla y la crueldad se vuelve su bandera.”
***
“No
hay engaños posibles. Los amantes son pararrayos celestes. Todo lo perciben y
lo presienten cuando uno de los dos traiciona.”
***
“Hay
mujeres que cuando aman, su cuerpo se vuelve un universo en expansión. Su vida
adquiere la poderosa luz del conocimiento y de la dicha que lo abarca todo… y
sigue creciendo”
***
“Cuando
una mujer no ama, la cuenca de sus ojos son cuevas en donde no hay luz ni vida.
Allí reinan las sombras. Su cuerpo se convierte en materia insensible, fácil
para las enfermedades físicas y mentales.”
***
“Lo
único que vale la pena en la vida es el amor… a pesar de las circunstancias de
cada quien.”
Septiembre, 01 de 2014