miércoles, 20 de noviembre de 2013

Te Extraño...



¿Cómo sabemos que extrañamos 
a la persona amada?
Cuando siempre damos un paso, 
a lo largo del día y pensamos en ella,
añorando los besos de sus labios,
las mágicas caricias de sus manos,
su voz de íntimos ritmos,
sus palabras de sabiduría
al expresarnos que nos ama 
y en un suspiro pareciera 
que se le incendia el alma.
Sí, la extrañamos cuando nos detenemos 
a contemplar la sagrada claridad 
de la mañana y afirmamos que al brillo
del astro rey le falta el destello de luz
que solo la amada 
de nuestro ser puede dar a todo
cuanto se mueve y vibra en la realidad.
Cuando al terminar el ciclo solar
sentimos la fatiga que nos agobia
y deseamos su presencia, su regazo, 
sus mimos, la energía de su cuerpo
que nos haga pensar en un renacer
lleno de posibilidades para conquistar
una ínsula o el reino de las hadas; 
cuando eso sucede... con intensidad
trascendente la extrañamos.
Y cuando cae la noche y no divisamos
en el infinito la estrella más brillante,
extrañamos a la amada con tal fuerza
que los ojos se nos llenan de lágrimas 
y sentimos estremecer nuestra alma 
porque la sabemos lejos y no sabemos
si piensa en nosotros o duerme y sueña
con nuestros besos y palabras 
que la desnudan con "te amo" y "te deseo".
Sí, la extrañamos cuando percibimos
estar incompletos y algo nos falta
y nos sentimos tan vacíos que tenemos
la fantasía de que nuestro corazón palpita
en su corazón, allá a lo lejos, en otro lugar.
Cuando extrañamos a la persona amada
parece que los días no pasan y el tiempo
se detiene. Cuando extrañamos a ese cielo
tan amado que es ella, la palabra permanece
en silencio y, dentro de nosotros, nacen ríos
de imágenes que nunca dirán
¡Cuánto la extrañamos..!