¿Cómo sabemos que extrañamos
a la persona amada?
Cuando siempre damos un paso,
a lo largo del día y pensamos en ella,
añorando los besos de sus labios,
las mágicas caricias de sus manos,
su voz de íntimos ritmos,
sus palabras de sabiduría
al expresarnos que nos ama
y en un suspiro pareciera
que se le incendia el alma.
Sí, la extrañamos cuando nos detenemos
a contemplar la sagrada claridad
de la mañana y afirmamos que al brillo
del astro rey le falta el destello de luz
que solo la amada
de nuestro ser puede dar a todo
cuanto se mueve y vibra en la realidad.
Cuando al terminar el ciclo solar
sentimos la fatiga que nos agobia
y deseamos su presencia, su regazo,
sus mimos, la energía de su cuerpo
que nos haga pensar en un renacer
lleno de posibilidades para conquistar
una ínsula o el reino de las hadas;
cuando eso sucede... con intensidad
trascendente la extrañamos.
Y cuando cae la noche y no divisamos
en el infinito la estrella más brillante,
extrañamos a la amada con tal fuerza
que los ojos se nos llenan de lágrimas
y sentimos estremecer nuestra alma
porque la sabemos lejos y no sabemos
si piensa en nosotros o duerme y sueña
con nuestros besos y palabras
que la desnudan con "te amo" y "te deseo".
Sí, la extrañamos cuando percibimos
estar incompletos y algo nos falta
y nos sentimos tan vacíos que tenemos
la fantasía de que nuestro corazón palpita
en su corazón, allá a lo lejos, en otro lugar.
Cuando extrañamos a la persona amada
parece que los días no pasan y el tiempo
se detiene. Cuando extrañamos a ese cielo
tan amado que es ella, la palabra permanece
en silencio y, dentro de nosotros, nacen ríos
de imágenes que nunca dirán
¡Cuánto la extrañamos..!
Tendría que ser la peor de las egoistas para quedarme a solas con el gozo de tan divina lectura.... y hoy? Esta noche? No, no estoy de esa vibra, definitivamente seré buena....
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