viernes, 22 de julio de 2011

La amante de Bolzano

Sándor Karoly Henrik Grosschmit de Mára (1900 – 1989) más conocido como Sándor Márai, fue un intelectual húngaro que en la década de los treintas del siglo XX tenía fama como escritor basada en la claridad de su prosa y en la entusiasta recepción de sus novelas por los lectores de la época. Bastó que los soviéticos invadieran Hungría e impusieran el régimen de esa perversa utopía política conocida con el nombre de comunismo para que Márai y sus libros cayeran en el olvido. Muchos años después, cuando comenzó la decadencia del comunismo, el trabajo literario de Márai fue redescubierto en su país y relanzado en el extranjero. Al español sólo se ha traducido una cuarta parte de sus libros que sobrepasan el medio centenar pero esa muestra es suficiente para apreciar la calidad de sus obras, pongamos por ejemplo La amante de Bolzano (Salamandra, 2003). La acción de esta novela gira en torno a tres personajes principales: Giacomo, Francesca y el Conde de Parma; los otros  como Teresa, Balbi, el prestamista y los demás son accesorios inevitables para hacer dinámica la narración. Al primero de ellos, el narrador nunca lo llama Casanova pero los detalles diseminados a lo largo del discurso sobre él nos permiten deducir, sin mucho alarde analítico, que es el controvertido aventurero veneciano del siglo XVI. La presencia de Giacomo en la Posada del Ciervo es sombría y caricaturesca a la vez, allí permanece durante los ocho días de su estadía en  Bolzano (norte de Italia), encerrado en un cuarto, salvo en un par de ocasiones en que sale de su habitación. Éste es un escenario triste y deprimente con un decorado acartonado, éste último recurso lo utilizó Borges con gran eficacia en una de las narraciones de Ficciones. Otros detalles, que tal vez valgan la pena mencionar, son en primer lugar el discurso de Giacomo, el cual pareciera no corresponder con su experiencia pasada que el narrador nos deja entrever en su novela. El discurso del Conde de Parma es casi un monólogo y una diatriba contra las aventuras amorosas de los hombres. Lo de Francesca es patético, su declaración de amor se balancea entre lo cursi y lo sublime. Sin embargo, los detalles señalados aquí no tienen porque predisponer a rechazar la novela, todo lo contrario, ya que el autor ha logrado construir su narración con apenas un fragmento temporal de un referente histórico y su maestría como narrador radica en que el lector se interese por ese drama casi anónimo en un lugar impreciso por la nieve llamado Bolzano.

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