Los aeropuertos son campos de emociones.
El destino y el azar reinan en sus pasillos
Y, a veces, la compañera del tiempo
Suele sentarse en un mostrador de control.
Recorrer derroteros celebérrimos o inéditos,
Es de algún modo regresar a Ítaca o descubrir
A Malacandra. Te vi alegre, consciente de ir
Al encuentro de recuerdos, de la sangre que llama
Como el abismo, de un sol que no te extraña,
De un mar que olvidó tu nombre,
De fuegos que ahora no significan nada para ti.
Te contemplé admirado, con un fondo de tristeza
Caribe que no pude ocultar. Al viajar, dejaste un amor
Crucificado a la imagen de tu cuerpo, a tus ojos
De Morgana, una cotidianidad encadenada a días
Que son puñales, a sueños y unas ansias de volar.
Dejaste una máscara calcinándose en tu ventana,
Una realidad de besos, abrazos y de horas
Cayendo en el vacío del lado oscuro del tiempo
Como lágrimas negras de ojos cansados de llorar.
Escuché una pregunta que me recordó un chat
En una noche cuando la luna aullaba a sus lobos,
Volví a oír esa grave invitación que cayó en mi alma
Como una lágrima de fuego. Aún siento su ardor.
¿Nos faltó audacia? ¿Tuvimos miedo? ¿En qué lugar
De la realidad estaba la lámpara de Aladino
Para invocar al genio y que viniera abrir las puertas
Diamantinas del palacio de tu corazón?
Casi siempre la vida nos lleva a duras mutaciones,
Como la del personaje kafkiano. La que asumimos
Cuando viajamos, no sabemos si nos convertirá
En flor o roca. Un poeta en su época más feroz
Dijo que nosotros los de entonces ya no somos
Los mismos. A contracorriente, los viajes
Nos dejan certezas e incertidumbres,
Su acción sobre nuestro yo es devastadora.
Al fin, cuando regresamos, somos tan diferentes
Que el mismo regresar ya es un misterio…
Del
24 al 27 de Noviembre de 2012
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