viernes, 19 de abril de 2013

Interludio Nocturno III




Ella estaba de nuevo con ese vestido
Que evoca a esas seductoras divas de los años
Dorados de Hollywood la abracé y sentí que debajo
Del tejido ya su piel estaba dispuesta para el amor como
Un místico manto para la plegaria y la transfiguración.

Besé su boca en busca del tiempo perdido
Con el frenesí de los desposeídos tuve su lengua
Jugando con mi lengua y sus labios con los míos
Hacían esos toques temblorosos y apasionados
Que nos hacía percibir en ese despliegue de oralidad
Que solo los que no se aman ponen crueles limitaciones
¡Al goce del cuerpo al encuentro de las almas!

Cada noche es única e irrepetible
En tu memoria puede estar el destello de una luz
El rumor de unas alas alzando un vuelo nocturno
El cálido temblor de mi mano acariciando
La honda negrura de tu cabellera
Pero tu noche de anoche quedará escrita
En tu corazón  como esa temporalidad en donde verbo
Pasión y realidad te hicieron saber de manera distinta
Que el fuego que hace arder tus venas y tus sentidos
Es un don sagrado íntimo y maravilloso llamado Amor.

En la penumbra del espacio en que estábamos yo sentí
Tu desnudez de clavel tu intenso gemido de deseo
El apasionado destello de tu oscura mirada
Tus ansiosas manos sobre la lumbre encendida llevándola
Al centro perfecto de tu esencia de mujer.

Y ya en esa corriente vital y poderosa
Que nos llevó a la esfera de la unidad al grito del Ser
A la presencia de los ángeles escuchamos
Al fondo no sé si por casualidad del destino
O un designio del Hacedor
El Bolero de Ravel en el frenesí de su clímax.
                                    
20 al 21 07 2012
cerodriguezs@hotmail.com

Interludio Nocturno II




Ella estaba allí, invitándome a pasar y ser,
Sin el brillo que una fina dama suele mostrar
En su rostro para denotar que es amada
Y deseada, parecía lista para ir a descansar.

A fuera, la Noche estaba en suspenso:
Callados los infinitos ruidos del jardín,
A través del ventanal vi un cielo de lobos
Y en el aire había un frío muro sin fin.

Miré con atención su indumentaria:
La abotonada blusa parecía un corsé,
Camiseta para abrigar pecho y cuello
La fresca pijama de un tejido no sé qué.

¿A quién esperaba? ¿Al ausente consorte
Acostumbrado a su presencia y la cotidianidad?
¿O al hombre deseado en sus insomnios?
La luz doliente, en mi alma contrariedad.

Extrañé el poderoso abrazo inicial, los labios
Que se buscan para el beso sublime,
Su respiración agitada provocando un incendio
En mis sentidos, su cuerpo que de placer gime.

Fui invitado a sentarme distante de ella.
¿Vino o té? Elegí el té que sosiega y hace meditar.
Hablamos sobre ausencias e incomprensiones,
De laceraciones en el corazón y de amargo llorar.

Esa noche no hubo un te quiero, sólo en mi memoria
Habita y persiste el recuerdo de sus brazos abiertos
Con su gesto de virgen que ofrenda sus sagrados pechos
Y me hace olvidar inquietos y amargos días inciertos.

Interludio Nocturno I


Delante de mí no estaba la glamurosa mujer
De otras noches, vestida con su negro atavío de ensueño
Que invita a descubrir un misterio o un mundo sensorial,
Era sólo ella, en la dura monotonía de la cotidianidad.
Nos saludamos y sentimos los latidos latentes del querer,
Luego la presencia del fauno luchando con el sueño,
La ceremonia del chá para dos, el diálogo natural
De alguna vivencia descarnada y llena de vaguedad.
Cuando a solas quedamos, contemplé su rostro
En la tenue sombra del lugar más secreto de nuestras vidas;
Su mirada tenía el débil brillo de los que han sufrido
Duros avatares en su pensamiento, en su corazón o el alma.
No, no era otra, era ella; ni yo tampoco era otro,
Sin embargo, estaba en mis brazos, como iniciando huidas
Hacia un territorio más apacible, pero más intenso y querido,
En sus labios había el gemido de una rosa y el clamor de una llama.
Yo besé con delirio esa boca, su lengua experta,
Busqué la inmortalidad en sus pechos y los tuve en mis manos
Como si fueran manzanas de los jardines de las hespéridas,
Ella suspiró de placer y en la densa atmósfera de sensualidad
La oralidad me llevó al Paraíso. Cerrada estaba su puerta.
Como un ángel que custodia cellos arcanos
Su firmeza sosegó mi ánimo, se abrieron viejas heridas,
Hablamos sobre el ayer, su dura majestad
Sobre el hoy que atormenta y no la deja vivir en paz.
Oh, tú que en otro tiempo y en otro contexto fuiste exhortada
A trasgredir básicos elementos de intimidad y consideración
En nombre del amor, te inmolaron, oh, inocente Ifigenia,
Para apaciguar el desvío de un nuevo Agamenón en cuya faz
Ves una Troya brutalmente sombría y devastada.
Mirándome a los ojos me dijiste “Te quiero”, revelación
Que estremeció a mi alma y dejó su aroma de gardenia,
Medité sobre tu altísima confesión y descubrí en ella la esencia
De tu rechazo, el por qué de no querer ir más allá,
No por culpa de la naturaleza o la pena. ¡Mi amor te ha hecho
Pura! y tu forma de amar y ser amada tiene un nuevo sentido
Que me llena de alegría y sé que mi presencia
En tu existencia no es breve paréntesis sino maná
En el desierto, un nuevo universo de posibilidades en tu pecho.
Entonces, anoche, queriendo transitar el camino prohibido,
Volví a mendigar insistente. Llegaron a mi mente preguntas
Y la duda traspasó con su dardo venenoso el dorado velo
Que cubría a mi corazón todavía palpitante, gritando
Su apología y rechazo, aquiescencia y penuria.
Noche memorable, noche extraña, con una carga de puntas
De lanzas, noche de fantasía, noche de consuelo,
Poderosa noche que me dejó imaginando:
Si anoche Uno hubiéramos sido, hoy sería un bello día de furia.
Al final, tu susurro de paloma enamorada y tu fascinante
Vuelo de mariposa me dejaron una luz de dicha deslumbrante.

cerodriguezs@hotmail.com

Noche XVI







                     I
En la quietud de este domingo,
cuando siento ansias de estar
en tus brazos y gritarle a este amanecer,
que en lo más íntimo de mi ser
hay infinitas formas de amarte;
recuerdo ese viernes febril,
viernes con acentos metafísicos,
cargados de derrotas semanales
que un beso tuyo convierte en victorias.

                     II
El ayer es un ángel
escondido en la memoria y puede
salir de su escondite sin misericordia,
pero el recuerdo tiene la energía
de una fantasía y quiere dar su salto
hacia la realidad, con palabras
que nunca podrán expresar
la semántica de ese instante.

                     III
¿Lo persistente en mi mente?
Tu abrazo, nuestro abrazo,
Alfa y Omega del encuentro, el aroma
de tu cuello, la caricia inicial,
invitándome
a ir a tus estaciones dolientes
que desean transformarse en
homenajes, en olvido
de circunstancias, en plenitud
de sentirte amada por siempre,
en esta salvaje limitación
de relojes con sus feroces tic tac.


                     IV
Mi recuerdo son imágenes,
hacen nacer marejadas de sensaciones
en mis sentidos,
reviven con intensidad el instante
en que tus manos llevaron
mis manos a tus pechos,
sentí la libertad de tu corazón
en el amar y el desear
con la desesperación de los desposeídos.
Tus ojos cerrados revelaron
esa búsqueda de plenitud,
ese encuentro entre
tú y tu alma
que solo es posible en el amor.

                     V
Allí en la penumbra de ese espacio
tan lleno de recuerdos
de movimientos, susurros 
y de ángeles en rebeldía,
tu semi desnudez tenía
la mítica fuerza y simbología
de una carta adivinatoria
que presagiaba pasiones.
Ah, la desnudez, amada.
Cuando los amantes se desnudan
para el amor es un sueño
que se instala en la realidad.
Degradar esa magia de lo íntimo,
en procura de otros placeres
que dejan vacía el alma,
es aprisionar con un anillo de sombra
lo sagrado y espiritual de dos
cuerpos que se unen
en busca de la perfección y de su esencia.
                                                     
Del 2 al 4 de noviembre de 2012
cerodriguezs@hotmail.com




Noche XV


                



Mi alma fue sorprendida en su quietud
Por el llamado de la bienamada. Estar juntos esa noche era
Impensable ad infinitum. Su audacia me llenó de asombro.
Me sentí emocionado, lleno de temblor existencial
Y de un azul desiderátum.
La oscuridad adelantó sus sombras y el cielo
Se desbordó en una lluvia de furiosos
Truenos y relámpagos, luego
Recordé su confesión de una lágrima, su escrita voz…
Una lágrima de amor puede desatar una tormenta de fuego.
Llegué a su reino
Y la contemplé como si fuera una hija
De  Afrodita,  Freya o Kali. Su magia provoca en mis sentidos
Un incendio que comienza por mi sangre y se desparrama
Como una parábola por mi corazón, mis ojos y mis brazos.
Ella siempre está en movimiento y su vida interior
Es un universo en constante expansión.
Esa noche tuvo la sed de un desierto,
La fuerza de un mar que socava un faro
O una costa en sombra.
Sus dientes exploraron territorios de mi cuerpo
Haciéndome descubrir ignoradas zonas de deseos.
Sus emociones condujeron su boca hacia la mía.
Mi voz se rindió ante el poderío de sus labios
Y la ambrosía de su lengua.
Acaricié con fervor su azabache profundo que cae
Como una noche sobre sus hombros, sus pechos,
¡Ah, sus pechos, tan amados!
Ávido de su esencia me hundí en su perfumado cuello
Que es un oasis de sensibilidad y placer,
Mis manos acariciaron su piel forjada en el vientre
De una luna de abril.
Oh, Amada, esa noche, esa noche de revelaciones
Y de pequeños dragones alucinantes, llena de simbología,
De amor sentido como una bendición de las alturas,
Como un río de vida que nos lleva
Hacia la esperanza de otra realidad.

Del 16 al 18 de octubre de 2012
cerodriguezs@hotmail.com



Noche XIV






            
En estos tiempos en donde la vida se percibe
Llena de complejidad y sin frontera ¿quién puede dudar
De la existencia de esa Fuerza Universal que el hombre
En su íntimo temor le ha dado infinitos nombres?
Sus caminos son misteriosos y el azar es la forma de ejecutar
Los designios fantásticos que alteran la realidad conocida.
Esa Noche blanca fue el derroche de un canto,
De una flor flagelada por el temor de la costumbre
Y la duda de una vaga impresión de un reloj derretido
En la memoria del corazón.
Pero en esa Noche blanca renaciste con tu eterno abril,
En tu cuerpo había un insomne palpitar de colibrí y
Un rumor de palomas venía de tus senos vestidos de quietud.
Tus besos fueron fuego y rocío; tus caricias, simiente
Y sol de medianoche; tu ofrenda,  promesa y esperanza
Que vence sombras y bebe aguas de desesperación.
Oh, Noche blanca,
¿Viste  las huellas de sus dientes en mi pecho?
¿Escuchaste la euforia de su corazón
Dispuesto a lograr el nirvana en su palpitar?
¿No sentiste el grito de plenitud del pajarillo
Cuando alcanzó la cima con su vuelo más perfecto?
Dime, Noche blanca, ¿en que lugar del tiempo estabas
Esperando esta revelación de sentimientos y pureza
De su alma? ¿Estabas en el pensamiento de ella?
¿O tu origen estaba en sus días, en sus sueños y en
Cada amanecer que evoca y suspira por una nueva realidad?
Cuando los ángeles bajan del cielo y recorren
La tierra, sus alas forman una Noche blanca que se convierte
En oráculo para enamorados.
¿En qué lugar y en qué tiempo volveremos
A nuestra Noche blanca?

cerodriguezs@hotmail.com

Noche XIII




Pensar en ti es subir a tu morada
Como si fuera el Monte de los Olivos,
Imaginar tu abrazo de pasionaria,
La púrpura urgente de tu boca sobre
Los labios míos,
La fragancia de ángel que despide tu cabellera,
Tu risa de un abril enfurecido de amor,
Contemplar la transfiguración de tu rostro,
Sentir los ardientes lirios de tus manos 
Vagar por mi cuerpo, tu respiración de fuego,
Donde mi alma se consume con ímpetu,
Llevándome a un mundo de sensaciones,
De luz y de embelesos.
Ir a tu encuentro es andar por una gruta
Con pasos de hombre que no dudan,
Llegar a tu puerta y recordar un verso de Pessoa,
Percibir que mi corazón ya no es un corazón,
Sino cientos de corazones que en una misma noche
Sueñan el mismo sueño de los que aman.
Verte ante mí, envuelta en una seda tejida en el oasis
De un desierto o a la orilla de un río de estrellas,
Parecías la amada del Cantar de los Cantares,
Infinita en tu amar, sorprendente  en tus pasiones,
Pródiga en cariño, tan sensible como rosa profunda,
Amada seas entre todas las mujeres, musité como quien
Transmuta una oración o busca la bendición de Dios.
En esta noche, cuando en el cielo está la misma luna de hastío
Que contempló Shelley, me llevas a una isla 
que no conozco pero de cuyas calles
Y cuyo aire ya tengo un recuerdo. Oh, paisaje
Amado y sentido; y, ebrio de pasión y poesía por ti, consideré
En algún momento tú y yo, solitarios por la costa,
Caminando por doradas arenas. Ah, el mar de tus ancestros.
Quimera destinada a morir sin piedad.
Pero la noche llama a las almas para que se junten
Y ardan en llamas de pasión, para que los cuerpos ensayen
Sus percepciones de inmortalidad, para que tú sepas que en tres
Ofrendas cabe la vida, la dicha y un “te quiero” infinito
Que destruyen los puñales circulares de lo imposible.

Del 14 al 17 septiembre de 2012
cerodriguezs@hotmail.com

Noche XII



  
Atrás quedaron los días áridos,
Las  ásperas noches de insomnios,  
El aire asfixiante de tu silencio
Y el duro ayer de tu ausencia.

Volver a la ternura de tus brazos
Es regresar a la rosa de tus labios,
A las delicias de tus amados pechos,
Sentir el ardiente temblor del colibrí.

En la magia de la noche que nos une
Navegamos entre la ficción y la realidad.
Tú sueñas con soles, veranos y plenitud.
Yo, escribir un poema para tus ojos

Que comience en una esquina del Paraíso
De tu cuerpo y una aventura intelectual,
Que perdure hasta el fin de nuestras vidas
Y en la memoria universal de Dios.

En el instante sagrado de la íntima luz
Y después de la ofrenda feliz, el ensayo
Del abrazo místico se nos escurre por el alma
Como promesa que nos quema y nos consume

Ya tus besos corren por mi sangre
Y tu aliento es una tempestad en mi corazón,
Tus palabras de amor ya están en mi espíritu
Y tus manos ya saben lo que quiero…

Agosto entre el 25 y 27 de 2012
cerodriguezs@hotmail.com

martes, 16 de abril de 2013

Noche XI

Como si fuera un sueño o una fantasía
Surgidos del deliro de la invocación de un ser
De magia y de alquimia celestial,
Estabas allí con tu presencia de Musa fantástica.
No hay visión más amorosa que la tuya cuando de negro
Sugieres que ese momento es para amar y develar
Los secretos de tu placer, besar el fuego de tus labios
Y el rojo movimiento de tu lengua,
De sentir el estremecimiento que me produce tus manos
Cargadas de la inmensa energía de tu alma,
Hundirme en la insondable luz de tus ojos
Que recuerdan a astros solitarios en la vastedad
De un ocaso que despliega su púrpura hacia el mar.
Sentir la íntima suavidad del colibrí
Palpitando de emoción al sur de la llanura de tu vientre.
Contigo el tiempo tiene la brevedad de un gesto,
Quizás por eso la inicial ofrenda también se vivió
Como si fuera un sueño o una fantasía.
La vida y la existencia son un delicado equilibrio
En donde las palabras van descubriendo remotas islas
Del pensamiento, van sembrando estrellas en el corazón.
Las cosas triviales del vivir también están allí,
Sensibles y peligrosas cuando se les rodea de un pseudo
Misterio que da origen a la duda y la inquietud.
Pero nosotros estábamos escribiendo una historia,
La historia de corazones tan blancos, de verdes rosas,
De claveles en el horizonte, de siemprevivas florecidas
En el trópico de tu cintura, de besos pájaros
Que vuelan ardientes hacia tus pechos,
Ah, tus pechos, montañas de la luna, mi cielo perfecto
Para invocar tu amor y hacer un poema para enamorarte.
Ah, ¡Qué Noche!
Noche de Luz,
Noche de Unicornio,
Noche de Corazones,
Noche de Yin y Yang,
Noche de Felicidad
Noche de Goce.                              Del 10 al 13 de Agosto de 2012

Noche X

                        

¿Cuántas veces, ardiendo en mi sangre,
he subido y bajado por su escalera de Jacob
hacia la ciudad de Luz?
Evoco noches anteriores, ellas han dejado
una atmósfera que gravita alrededor
de mi corazón, siento su amoroso peso,
su aire irreal, sé que en su centro
nacen relámpagos, huracanes y una delicada
garúa que cura las heridas más crueles del alma.
Frente a su entrada me acordé de esos
cuentos nórdicos, en donde pasamos
de un predio a otro y nunca sabemos
si estamos en nuestro contexto o en uno paralelo.
El roce de la madera y el metal me llenó
de vibraciones, el ritmo de mi pulso quiso
sentir el latido de sus venas,
el sonido de las llaves me llenó de fantasía.
Ella aparece y su rostro parece salido
de un camafeo, dulce y misterioso,
cálido y luminoso, sus ojos
eran como luceros en una gloriosa
tarde de ofrenda. 
Esa noche el vino me recordó
un poema de Pessoa
y las negras aceitunas me hundieron de forma
imperecedera en sus ancestrales raíces.
La sentí enamorada e infinita,
sus gestos tenían la ternura de los ángeles
y sus besos eran los besos de una diosa poseída
por el espíritu de la alegría y las ansias de vivir.
Yo busqué su regazo para percibir
el secreto movimiento
de su alma, mariposa quemándose
en el fuego de sus entrañas.
Mis dedos rozaron la piel
de sus salvajes caderas
y con un certero vuelo de águila en acecho
tuve en mi mano el ave de paraíso que canta
todas las teorías del amor,
inquieta avecilla latiendo
a íntimas revoluciones por segundo y,
a cada contacto con su vértice,
se producía un temblor en todo su cuerpo
como si el universo entero entrara
en conmoción. Fuimos más allá
del alfa y omega en esta embriaguez
De sus emociones, sus caricias llegaban
Igual que incesantes ondas queriéndome llevar
A la unidad perfecta del ser y no ser.
Lúcida noche de imágenes primordiales...

cerodriguezs@hotmail.com

Noche IX


Estaba allí, en el umbral,
infinita, sublime, lírica, como si surgiera
de la espuma del mar, del capullo de una rosa
o de lo más profundo de la imaginación de Dios.
Supimos en ese instante que el ayer
se había convertido en una vaguedad temporal
que el ego terminaría de hundir en el Leteo.
Sentí sus brazos y sus manos como siderales ramas
que me llevaron a la montaña de sus lunas.
Una precisión intelectual nos condujo
a indagar en otra realidad
y admirar su esplendor como si fuera un sol
de medianoche.
El ingenio de su mente sensitiva
se desgranó en pródigos pormenores lúdicos.
La miré queriendo adivinar lo que había en sus ojos
y ya con la voluntad consumida por la vehemencia
del deseo, hundí mis sentidos en su cuello,
el aroma de su piel y de su cabellera me hizo
creer que a mi alma caía una lluvia de astros.
Acaricié sus hombros, pilares de estrellas,
su espalda como una pradera de sueño,
sentí el denso temblor acelerado de su vientre,
su pubis, con latido de corazón de colibrí,
entonando su balada de delirio al filo de la Noche.
En la cumbre de sus labios
estaba toda la energía de la creación,
ah, la sublime paradoja: apagar la sed con el fuego,
llegar a la cima de la humanidad, sus labios
en donde se saborea el néctar de los dioses, ah,
dulce amada, hazme inmortal con tus besos.
Como si fuera un céfiro amoroso
sus palabras me envolvieron en una íntima atmósfera,
preciosa para un “te quiero”, perfecta para una ofrenda.
Llegamos a la intersección cósmica
Donde el río de la vida es una corriente de instantes,
De estrellas, de colores y de plenitud que hace florecer
Tu alma, tu espíritu y otra Noche se llene de promesa.