lunes, 15 de abril de 2013

Amore I


I

Caen las sombras lúcidas y luminosas
Y me encuentran con mi naturaleza de tauro,
Pesaroso en campos de ausencias.
Siento mi alma hundida en la vasta
Soledad de su silencio, en la memoria 
Vagan fantasmas de ilusiones
Por las noches de nuestro paraíso perdido.
Mis manos recuerdan su piel
Cuando la acariciaba y mi boca aún siente
La fiebre de sus labios como una hostia
Ardiente que calma todas las ansiedades
De los abandonados.
Sí, todavía me parece sentir su élan vital
Cuando se señoreaba sobre nuestras almas
Para dar paso a la conciencia de una
Existencia surcada de hastíos y
Cotidianidad que nos ahogan
En el insensible discurrir del tiempo.

II

Vencen las sombras, hay una tenue luz
En la biblioteca. Presiento que los objetos
De mi realidad conjuran
Para que te llame con mi pensamiento 
Y mi deseo se vuelva más íntimo y universal.
Por designio del destino, acudes
A mi fantástica orfandad. Vienes como
Cordero bíblico, venciendo la duda y el temor,
Por ese camino que tantas veces transité
Con el corazón en la boca, para encontrarme
Con la dicha de tu abrazo.
Viniste a un recinto cargado de noches
Sin sentido, de sueños perdidos, de deseos
Desparramados en amaneceres tristes…pero
Tú tienes el don de la transfigurarlo todo.
Allí en ese lugar, desnuda
Brillaste en tu celeste ámbito de mujer amada.
Te dije entonces tres veces Amor y tú
Pronunciaste mi nombre queriendo
Incorporarme de una vez por siempre
A tu historia familiar marcada por rotaciones 
Y traslaciones de auroras y ocasos.

III

Esta vez nuestra ofrenda,
En ese insólito lugar para ti,
Dejó la huella de las experiencias
Que solo los elegidos han tenido
Girando al borde del universo.
El esplendor de tu cabellera
Dejó su perfume
En mi doliente almohada,
Tus manos de paciente tejedora
Acariciaron mi espalda
Cargada de tensiones y energía
Tántrica, el hechicero resplandor
De las Montañas de la Luna, mi boca
Mordiendo tus hombros,
Tu cuello y tu vientre perfecto,
Tus lunares muslos
Entrelazados en mis piernas,
Dos fuerzas que se mezclan
Buscando una eternidad,
Nuestros espíritus, llamas
Dobles que originaron
Un incendio en mi alma
Por imaginar momentos
De ferocidad amorosa.

IV

Dios en su infinito poderío
Nos ve y sonríe,
Urde la trama celeste
De este canto de vida y esperanza.
A pocos metros de ti, hay un lugar
Hermanado con el espacio
Del diván mágico. Como
Un Oráculo de Delfos
Espera las gotas doradas de tu tiempo.
                                Del 2 al 9 de marzo de 2013
                                   cerodriguezs@hotmail.com

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