Llegué
a tu mundo
Y sembré
una primavera en tu corazón
Como
un explorador de lunas recorrí tu cuerpo
Descubrí
que tu alma tenía sabor a verano
Abrí
las puertas de tu soledad y la poblé
De
imágenes, música y pensamientos
Al
final de la jornada tus pechos temblaron
En mis
manos y en mi boca llenos de plenitud.
Yo
contemplé en tu espacio sueños y vigilias
Pero
también vi y sentí la metafísica
De tu
espíritu, la energía de tu alma, el éxtasis
De tu
pasión. Entonces mi memoria se fue
A lo
más profundo de tu ser y supo entonces
Que tú
eras el amor, la alegría, el tiempo,
La luz
y el espacio. En mis meditaciones
Te
imaginé como un altar: propicio para el beso
Y la
plegaria que lava el pecado del mundo.
En
nuestras horas más secretas e iluminadas
Pude
ver la primavera eterna de los ángeles
Que
brilla en tus ojos pero también escuché
De tus
labios los sonidos de la casa
Y del
mar de tus ancestros.
28 de diciembre de 2011
cerodriguezs@hotmail.com
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