viernes, 19 de abril de 2013

Noche XIV






            
En estos tiempos en donde la vida se percibe
Llena de complejidad y sin frontera ¿quién puede dudar
De la existencia de esa Fuerza Universal que el hombre
En su íntimo temor le ha dado infinitos nombres?
Sus caminos son misteriosos y el azar es la forma de ejecutar
Los designios fantásticos que alteran la realidad conocida.
Esa Noche blanca fue el derroche de un canto,
De una flor flagelada por el temor de la costumbre
Y la duda de una vaga impresión de un reloj derretido
En la memoria del corazón.
Pero en esa Noche blanca renaciste con tu eterno abril,
En tu cuerpo había un insomne palpitar de colibrí y
Un rumor de palomas venía de tus senos vestidos de quietud.
Tus besos fueron fuego y rocío; tus caricias, simiente
Y sol de medianoche; tu ofrenda,  promesa y esperanza
Que vence sombras y bebe aguas de desesperación.
Oh, Noche blanca,
¿Viste  las huellas de sus dientes en mi pecho?
¿Escuchaste la euforia de su corazón
Dispuesto a lograr el nirvana en su palpitar?
¿No sentiste el grito de plenitud del pajarillo
Cuando alcanzó la cima con su vuelo más perfecto?
Dime, Noche blanca, ¿en que lugar del tiempo estabas
Esperando esta revelación de sentimientos y pureza
De su alma? ¿Estabas en el pensamiento de ella?
¿O tu origen estaba en sus días, en sus sueños y en
Cada amanecer que evoca y suspira por una nueva realidad?
Cuando los ángeles bajan del cielo y recorren
La tierra, sus alas forman una Noche blanca que se convierte
En oráculo para enamorados.
¿En qué lugar y en qué tiempo volveremos
A nuestra Noche blanca?

cerodriguezs@hotmail.com

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