En
estos tiempos en donde la vida se percibe
Llena
de complejidad y sin frontera ¿quién puede dudar
De
la existencia de esa Fuerza Universal que el hombre
En
su íntimo temor le ha dado infinitos nombres?
Sus
caminos son misteriosos y el azar es la forma de ejecutar
Los
designios fantásticos que alteran la realidad conocida.
Esa
Noche blanca fue el derroche de un canto,
De
una flor flagelada por el temor de la costumbre
Y
la duda de una vaga impresión de un reloj derretido
En
la memoria del corazón.
Pero
en esa Noche blanca renaciste con tu eterno abril,
En
tu cuerpo había un insomne palpitar de colibrí y
Un
rumor de palomas venía de tus senos vestidos de quietud.
Tus
besos fueron fuego y rocío; tus caricias, simiente
Y
sol de medianoche; tu ofrenda, promesa y
esperanza
Que
vence sombras y bebe aguas de desesperación.
Oh,
Noche blanca,
¿Viste las huellas de sus dientes en mi pecho?
¿Escuchaste
la euforia de su corazón
Dispuesto
a lograr el nirvana en su palpitar?
¿No
sentiste el grito de plenitud del pajarillo
Cuando
alcanzó la cima con su vuelo más perfecto?
Dime,
Noche blanca, ¿en que lugar del tiempo estabas
Esperando
esta revelación de sentimientos y pureza
De
su alma? ¿Estabas en el pensamiento de ella?
¿O
tu origen estaba en sus días, en sus sueños y en
Cada
amanecer que evoca y suspira por una nueva realidad?
Cuando
los ángeles bajan del cielo y recorren
La
tierra, sus alas forman una Noche blanca que se convierte
En
oráculo para enamorados.
¿En
qué lugar y en qué tiempo volveremos
A
nuestra Noche blanca?
cerodriguezs@hotmail.com
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