Delante
de mí no estaba la glamurosa mujer
De
otras noches, vestida con su negro atavío de ensueño
Que
invita a descubrir un misterio o un mundo sensorial,
Era
sólo ella, en la dura monotonía de la cotidianidad.
Nos
saludamos y sentimos los latidos latentes del querer,
Luego
la presencia del fauno luchando con el sueño,
La
ceremonia del chá para dos, el diálogo natural
De
alguna vivencia descarnada y llena de vaguedad.
Cuando
a solas quedamos, contemplé su rostro
En
la tenue sombra del lugar más secreto de nuestras vidas;
Su
mirada tenía el débil brillo de los que han sufrido
Duros
avatares en su pensamiento, en su corazón o el alma.
No,
no era otra, era ella; ni yo tampoco era otro,
Sin
embargo, estaba en mis brazos, como iniciando huidas
Hacia
un territorio más apacible, pero más intenso y querido,
En
sus labios había el gemido de una rosa y el clamor de una llama.
Yo
besé con delirio esa boca, su lengua experta,
Busqué
la inmortalidad en sus pechos y los tuve en mis manos
Como
si fueran manzanas de los jardines de las hespéridas,
Ella
suspiró de placer y en la densa atmósfera de sensualidad
La
oralidad me llevó al Paraíso. Cerrada estaba su puerta.
Como
un ángel que custodia cellos arcanos
Su
firmeza sosegó mi ánimo, se abrieron viejas heridas,
Hablamos
sobre el ayer, su dura majestad
Sobre
el hoy que atormenta y no la deja vivir en paz.
Oh,
tú que en otro tiempo y en otro contexto fuiste exhortada
A
trasgredir básicos elementos de intimidad y consideración
En
nombre del amor, te inmolaron, oh, inocente Ifigenia,
Para
apaciguar el desvío de un nuevo Agamenón en cuya faz
Ves
una Troya brutalmente sombría y devastada.
Mirándome
a los ojos me dijiste “Te quiero”, revelación
Que
estremeció a mi alma y dejó su aroma de gardenia,
Medité
sobre tu altísima confesión y descubrí en ella la esencia
De
tu rechazo, el por qué de no querer ir más allá,
No
por culpa de la naturaleza o la pena. ¡Mi amor te ha hecho
Pura!
y tu forma de amar y ser amada tiene un nuevo sentido
Que
me llena de alegría y sé que mi presencia
En
tu existencia no es breve paréntesis sino maná
En
el desierto, un nuevo universo de posibilidades en tu pecho.
Entonces,
anoche, queriendo transitar el camino prohibido,
Volví
a mendigar insistente. Llegaron a mi mente preguntas
Y
la duda traspasó con su dardo venenoso el dorado velo
Que
cubría a mi corazón todavía palpitante, gritando
Su
apología y rechazo, aquiescencia y penuria.
Noche
memorable, noche extraña, con una carga de puntas
De
lanzas, noche de fantasía, noche de consuelo,
Poderosa
noche que me dejó imaginando:
Si
anoche Uno hubiéramos sido, hoy sería un bello día de furia.
Al
final, tu susurro de paloma enamorada y tu fascinante
Vuelo
de mariposa me dejaron una luz de dicha deslumbrante.
cerodriguezs@hotmail.com
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